En busca de la santidad

Papa Francisco: Hay que tener en cuenta que la santidad no es algo que nos proporcionamos a nosotros mismos, que obtenemos con nuestras cualidades y nuestras habilidades. La santidad es un don, es el regalo que nos hace el Señor Jesús, cuando nos lleva con Él, nos cubre de Él y nos hace como Él... La santidad es el rostro más bello de la Iglesia: es descubrirse en comunión con Dios, en la plenitud de su vida y su amor... no es la prerrogativa de unos pocos: la santidad es un don que se ofrece a todos, sin excepción, por eso es el carácter distintivo de cada cristiano.

martes, 30 de octubre de 2012

¿POR QUÉ TIENE MALA PRENSA EL CUMPLIMIENTO?









¿POR QUÉ TIENE MALA PRENSA EL CUMPLIMIENTO?

Corren tiempos esperanzadores para la transmisión de la Fe. La Nueva Evangelización impulsada por Benedicto XVI comienza a dar frutos en los más insólitos rincones del planeta. El Sínodo de los obispos ha fortalecido más la confianza en un tiempo nuevo, en una nueva oportunidad de profundizar en la fe y de ofrecerla al mundo.

También en España se va notando que “algo nuevo está naciendo”. Un claro ejemplo es el ambicioso plan pastoral de nuestra Diócesis de Cádiz y Ceuta que nos está despertando ya de un cierto adormecimiento. Efectivamente tal vez hemos asistido a una evangelización de mantenimiento, anclada en costumbres justificadas por la muy poco razonable regla de “siempre se hizo así”.

Alegrándonos del entusiasmo que en la mayoría está suscitando, hay algunas frases desafortunadas por parte de algunos. Frases cargadas de buena intención y queriendo estar en sintonía con el Plan Diocesano, pero que pueden estar remando en la dirección equivocada. Son frases antiguas que han quedado como latiguillos que corroboran una hipotética mala praxis de la aventura cristiana. Haciendo autocrítica de la situación anterior argumentan que “nos hemos conformado con ir a Misa los domingos, confesarnos de ven en cuando y decir que creemos en Dios”. Es lo que llaman algunos “espiritualidad del cumplimiento” y completan el argumento con el gracioso chiste de “cumplo” y “miento”. 
Entiendo que lo que quieren decir es que necesitamos cristianos como los de los primeros años, no de costumbres ni de rituales, sino consecuencia de un encuentro real con Jesucristo que transformó aquellos primeros cristianos y que transformará también a los cristianos de nuestro tiempo. Sólo el encuentro con Cristo nos da la posibilidad de conocerle, amarle y seguirle. Sólo desde el encuentro con Jesucristo dejándonos hacer otro Cristo a los San Pablo: “ya no soy yo, sino Cristo quien vive en mí”. Siguiendo la enseñanza del Papa Benedicto XVI: “No se comienza a ser cristiano por un decisión ética, sino por el encuentro con un acontecimiento que cambia la vida”.

Pues bien, con esa argumentación algunos pueden llegar a la conclusión de que no hace falta el “cumplimiento”, no sería necesario ir a Misa ni confesarse; sólo será necesario ser “otro Cristo”, testimonio de la presencia del amor de Dios en el mundo. Pero, ¿cómo ser “otro Cristo” sin el contacto con Cristo “cumpliendo” con la vida sacramental?.

Si, estoy reivindicando la “espiritualidad de cumplimiento” porque es en la Misa donde tenemos la posibilidad privilegiada de conformarnos con Cristo, es en el la Misa donde recibimos el alimento íntegro de Cristo en cuerpo, alma y divinidad. Por lo tanto no más bromas con lo de “cumplo y miento” y pongamos todo nuestro esfuerzo en vivir profundamente la Misa, enseñemos a bucear en ella; porque es cierto que en demasiadas ocasiones sólo patinamos por ella. Es en la confesión, aunque sea de vez en cuando, donde –además de arrepentirnos de nuestros pecados- recibimos el amor misericordioso de Dios que también misteriosamente nos transforma.

Por lo tanto amigos, no nos precipitemos. Profundicemos en los fundamentos y en lo que dará solidez y eficacia a nuestras acciones evangelizadoras. No sea que cambiemos unos ritos por otros, unos “cumplimientos” por otros, sin haber variado para nada la actitud desde las que las hacemos. 
Y el fundamento es preguntarse y responder quién hace la evangelización, quién evangeliza. Y la respuesta ha de gritarse con caridad y con claridad: Sólo evangeliza Cristo. En la medida en que nos dejemos transformar en “otros Cristos” podremos evangelizar. Por lo tanto no es una obra humana, es una obra de Dios, es una obra sagrada. El error de las prácticas evangelizadoras pasadas no han sido las de tipo “cumplo y miento” (porque de hecho hay menos cumplimiento) tal vez el error haya sido la mundanización de nuestras acciones abandonando la sacralidad de nuestra fe. Efectos del secularismo que dirían otros. 


Por lo tanto lo que se impone, no es tanto el cambio de cumplimientos, sino el cambio de actitud. Y si es una cambio de actitud, entonces estamos ya hablando de conversión y ésta sólo es posible si nos abandonamos activamente en Dios, si entramos en contacto directo con Él, si frecuentamos los Sacramentos.

Antonio Manuel Sánchez Sánchez

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