EMAÚS NO ES UN GRUPO, ES UN
INSTRUMENTO DE NUEVA EVANGELIZACIÓN
Hemos vivido un año especial
porque nos hemos dejado llevar por el Espíritu Santo y por eso, precisamente
por eso, hemos sido más libres que nunca.
Nuestro grupo San José del Movimiento
Familiar Cristiano se ha visto también zarandeado por el impulso del Espíritu
Santo y como consecuencia ha crecido en extensión y en profundidad. Fruto de
este impulso nos hemos comprometido personalmente, como matrimonio y como grupo
en una tarea común por medio de un nuevo método o instrumento de evangelización
de alejados: Proyecto Emaús.
Nuestro desarrollo y crecimiento
espiritual y el del grupo San José del MFC han ido en armonía e
inseparablemente unidos.
¿Cuáles han sido las claves de esta experiencia maravillosa que hemos vivido?
Tal vez sean más, os expongo las
claves que me parece que han hecho posible el milagro y os animo a que aportéis
vuestras impresiones y comentarios.
1- Centralidad
de Cristo. La JMJ celebrada en Madrid, los previos Días en Diócesis, las
familias de acogida de peregrinos extranjeros, … nos metió de lleno en algo más
que un lema: “Arraigados en Cristo, firmes en la Fe”. Así le cogimos de la mano
y ya no quisimos soltarla nunca. Arraigó también un deseo fuerte de conocerle,
de seguirle, de amarle, de servirle. El incipiente (siempre estaremos en los
inicios) contacto y conocimiento de Jesucristo nos llevó al deseo de presentárselo
a nuestros amigos y compañeros para que también vivieran esta experiencia de
encuentro real con Jesucristo vivo y presente entre nosotros.
2- El
Espíritu Santo ha tenido un gran protagonismo. Ha sido explícito y generoso con
cada uno de nosotros y con nuestro grupo. Aún sin ser conscientes de ello nos
ha ido guiando, poco a poco, nos ha ido infundiendo “las ansias redentoras del
Corazón de Cristo”. Nos ha ido infundiendo inquietudes, deseos, ilusiones,
esperanzas, … El Espíritu Santo nos ha concedido la gracia de dejarnos guiar
por Él.
3- Hemos
recibido la ayuda y orientación de la Iglesia y hemos sido fieles a ella. Una
de las clarísimas ideas que José y Gema tuvieron cuando recibieron el regalo
del Proyecto Emaús fue que “no harían
nada sin el conocimiento y autorización de la Iglesia, en concreto del Sr.
Obispo”. ¡Qué acierto!, porque la aprobación de la Iglesia es garantía para
cualquier nueva iniciativa de evangelización. Esta sumisión creativa a la
orientación de la Iglesia has repercutido en los frutos que el Proyecto Emáus
nos ha proporcionado tanto a nivel personal como a nuestro grupo San José del
MFC. Esta orientación de la Iglesia se ha materializado también en el apoyo recibido
primero del P. Andrés Drouet así como del P. Carlos Ruiz después. Creo que
todos somos conscientes del bien que está suponiendo la orientación y el acompañamiento
del P. Carlos, instrumento clave y facilitador de esta experiencia que hemos
vivido. Nuestro agradecimiento, fidelidad y sumisión a Cristo, es agradecimiento,
fidelidad y sumisión a la Iglesia. Paradójicamente es lo que más libres nos ha
hecho.
4- Comunidad
unida y tarea común. Nuestro grupo San José del Movimiento Familiar Cristiano
ha caminado unido, hemos rezado juntos, nos hemos formado juntos y nos hemos comprometido juntos. Hemos tenido
experiencia de restiro espiritual verdaderamente espectaculares. Las reuniones
han sido tan gratificantes que todos estábamos esperando que llegara la próxima
reunión para volvernos a ver. De hecho durante estos días de verano da la
impresión de que falta algo. Pero tal vez lo que más nos ha unido ha sido tener
una tarea evangelizadora común. Emáus ha sido un verdadero regalo de Dios para
cada uno de nosotros y para el grupo como tal. Nos ha hecho dóciles al Espíritu
y por eso abiertos a sus sorpresas y más libre. Este modelo de grupo abierto y
acogedor que reza, se forma y se compromete juntos ha sido fecundo para la mayor
gloria de Dios. El grupo San José del MFC ha crecido en profundidad y en extensión
con nuevas incorporaciones que han enriquecido al grupo y nos han aportado
mucho a todos. El grupo ha sido acogedor, a nadie se le ha puesto condiciones,
ni se le ha pedido “pertenecer a un grupo”, sino que se han sabido y sentido invitados
a rezar, a formarse y a comprometerse juntos, en comunidad. Es curioso que
cuando el objetivo no es “tener muchos socios”, sino dar a conocer a Jesucristo
que con su gracia nos transforma y guía, se incorporan más y más personas al gupo, a la comunidad.
La Nueva Evangelización nos pide
repetir el próximo curso lo que ha sido fecundo y seguir abiertos a las nuevas
sorpresas del Espíritu Santo que nos volverá a invitar para una misión: “Id y
haced discípulos en todas las naciones”.
Antonio Manuel Sánchez Sánchez
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