En busca de la santidad

Papa Francisco: Hay que tener en cuenta que la santidad no es algo que nos proporcionamos a nosotros mismos, que obtenemos con nuestras cualidades y nuestras habilidades. La santidad es un don, es el regalo que nos hace el Señor Jesús, cuando nos lleva con Él, nos cubre de Él y nos hace como Él... La santidad es el rostro más bello de la Iglesia: es descubrirse en comunión con Dios, en la plenitud de su vida y su amor... no es la prerrogativa de unos pocos: la santidad es un don que se ofrece a todos, sin excepción, por eso es el carácter distintivo de cada cristiano.

lunes, 30 de abril de 2018

FORO UNIVERSITARIO DE CULTURA - Encuentro 4, 5 y 6 de mayo de 2018


FORO UNIVERSITARIO DE CULTURA - Encuentro 4, 5 y 6 de mayo de 2018

ORACIÓN DE LA MAÑANA DEL DOMINGO DÍA 6 DE MAYO

Invocación al Espíritu Santo
                Ven Espíritu Santo, ilumina nuestras inteligencias, fortalece nuestras voluntades y enciende nuestros corazones en el fuego de tu Amor.

Canción: No adoréis a nadie más que a Él
No adoréis a nadie, a nadie más que a Él. No adoréis a nadie, a nadie más que a Él.
No adoréis a nadie, a nadie más. No adoréis a nadie, a nadie más.
No adoréis a nadie, a nadie más que a Él.
Porque sólo Él nos puede sostener. Porque sólo Él, nos puede sostener.
No adoréis a nadie, a nadie más. No adoréis a nadie, a nadie más.
No adoréis a nadie, a nadie más que a Él.
No alabéis a nadie, a nadie más que a Él. No alabéis a nadie, a nadie más que a Él.
No alabéis a nadie, a nadie más. No alabéis a nadie, a nadie más.
No alabéis a nadie, a nadie más que a Él.
Porque sólo Él, nos puede sostener. Porque sólo Él, nos puede sostener.
No alabéis a nadie, a nadie más. No alabéis a nadie, a nadie más.
No alabéis a nadie, a nadie más que a Él. No miréis a nadie, a nadie más que a Él.
No miréis a nadie, a nadie más que a Él. No miréis a nadie, a nadie más.
No miréis a nadie, a nadie más. No miréis a nadie, a nadie más que a Él.
Porque sólo Él nos puede sostener. Porque sólo Él, nos puede sostener.
No miréis a nadie, a nadie más. No miréis a nadie, a nadie más.
No miréis a nadie, a nadie más que a Él.

Oración, amistad con Jesucristo
“Háblame aquí, sencillamente, como hablarías a tu madre, a tu hermano. ¿Necesitas rezar por alguien? Dime su nombre y qué quisieras que hiciese actualmente por ellos. Pide mucho, mucho, no vaciles en pedir; me gustan los corazones generosos que llegan a olvidarse en cierto modo de sí mismos, para atender a las necesidades ajenas. Háblame así, con sencillez, con llaneza, de los pobres a quienes quisieras consolar, de los enfermos a quienes ves padecer, de los extraviados que anhelas volver al buen camino, de los amigos ausentes que quisieras ver otra vez a tu lado.
Y para ti, ¿no necesitas alguna gracia? Hazme, si quieres, una lista de tus necesidades, y ven, léela en mi presencia. Dime francamente que sientes -soberbia, amor a la sensualidad y al regalo; que eres tal vez egoísta, inconstante, negligente... ; y pídeme luego que venga en ayuda de los esfuerzos, pocos o muchos, que haces para quitar de ti tales miserias.
Deseo que me pidas lo que sea, en cuanto no se oponga, antes favorezca y ayude a tu santificación. Hoy por hoy, ¿qué necesitas? ¿Qué puedo hacer por tu bien? ¡Si supieras los deseos que tengo de favorecerte!
¿Traes ahora mismo entre manos algún Proyecto? Cuéntamelo todo minuciosamente. ¿Qué te preocupa? ¿Qué piensas? ¿Qué deseas? ¿Qué quieres que haga por tu hermano, por tu amigo? ¿Qué desearías hacer por ellos?
¿Y por Mí? ¿No sientes deseos de mi gloria? ¿No quisieras poder hacer algún bien a tus prójimos, a tus amigos, a quienes amas mucho, y que viven quizás olvidados de Mí?
Dime qué cosa llama hoy particularmente tu atención, qué anhelas más vivamente, y con qué medios cuentas para conseguirlo. Dime si te sale mal tu empresa, y yo te diré las causas del mal éxito. Hijo mío, soy dueño de los corazones, y dulcemente los llevo, sin perjuicio de su libertad, adonde me place.”


Hay un corazón que mana
Hay un corazón que mana, que palpita en el Sagrario, el corazón solitario, que se alimenta de amor.
Es un corazón paciente, es un corazón amigo, el que habita en el olvido, el corazón de tu Dios.
Es un corazón que ama, un corazón que perdona, que te conoce y que toma, de tu vida lo peor
Que comenzó esta tarea una tarde en el Calvario, y que ahora desde el Sagrario tan sólo quiere tu amor.
Decidle a todos que vengan a la fuente de la vida. Hay una historia escondida dentro de este corazón.
Decidles que hay esperanza, que todo tiene un sentido. Que Jesucristo está vivo, decidles que existe Dios.
Es el corazón que llora en la casa de Betania. El corazón que acompaña a los dos de Emaús.
Es el corazón que al joven rico amó con la mirada. El que a Pedro perdonaba después de su negación.
Es el corazón en lucha del huerto de los Olivos, que amando a sus enemigos hizo creer al ladrón.
Es el corazón que salva por su fe a quien se le acerca. Que mostró su herida abierta al apóstol que dudó.
Decidle a todos que vengan a la fuente de la vida. Que hay una historia escondida dentro de este corazón.
Decidles que hay esperanza, que todo tiene un sentido. Que Jesucristo está vivo, decidles que existe Dios.

El corazón de la Virgen
“El Corazón de la Virgen es esa cápsula protectora tan providencial y acogedora para un laico que vive su Bautismo. Tentaciones de todas clases, desconfianzas, in­comprensiones, miedos, desengaños, persecuciones, menudean en la vida de un cristiano. Suscribirá en algunos momentos la frase de San Pablo: «Nos vi­mos abrumados muy sobre nuestras fuerzas hasta desesperar de la vida» (cf. 2 Cor 1,8), pero como el Apóstol repetirá convencido: «De todas estas cosas me libró el Señor» (cf. 2 Tim 3,11) dándome a María como Madre.
¡Mira a la Estrella!, invoca a María, como un niño acude a su madre. Escucha a San Bernardo. «Ro­gándola, no te despistarás; invocándola, no deses­perarás; pensando en Ella, no errarás». Refugiado en la cápsula de su Corazón Inmaculado, serás ina­sequible al desaliento, invulnerable a los enemigos, flotando entre limitaciones y miserias”.

Cantamos a María
Ave María, ave. (bis)
Madre de la espera y mujer de la esperanza, ora pro nobis.
Madre de sonrisa y mujer de los silencios, ora pro nobis.
Madre de frontera y mujer apasionada, ora pro nobis.
Madre del descanso y mujer de los caminos, ora pro nobis.
Madre del descanso y mujer de los caminos, ora pro nobis.

Ave María, ave. (bis)
Madre del respiro y mujer de los desiertos, ora pro nobis.
Madre del ocaso y mujer de los recuerdos, ora pro nobis.
Madre del presente y mujer de los retornos, ora pro nobis.
Madre del amor y mujer de la ternura, ora pro nobis.
 Ave María, ave.
Ave María, ave. (bis)

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FIRMES EN LA FE (Himno oficial JMJ Madrid 2011)

UN SEGLAR DESCUBRE LA ORACIÓN (Abelardo de Armas Añón)

Abelardo de Armas. Un seglar descubre la oración from Cruzados de Santa María on Vimeo.

Fuente: http://abelardodearmas.blogspot.com/