FORO UNIVERSITARIO DE CULTURA - Encuentro 4, 5 y 6 de mayo de 2018
ORACIÓN DE LA MAÑANA DEL DOMINGO DÍA 6 DE MAYO
Invocación al Espíritu Santo
Ven Espíritu
Santo, ilumina nuestras inteligencias, fortalece nuestras voluntades y enciende
nuestros corazones en el fuego de tu Amor.
Canción: No adoréis a nadie más
que a Él
No adoréis a nadie, a nadie más que a Él. No adoréis a nadie, a nadie
más que a Él.
No adoréis a nadie, a nadie más. No adoréis a nadie, a nadie más.
No adoréis a nadie, a nadie más que a Él.
Porque sólo Él nos puede sostener. Porque sólo Él, nos puede sostener.
No adoréis a nadie, a nadie más. No adoréis a nadie, a nadie más.
No adoréis a nadie, a nadie más que a Él.
No alabéis a nadie, a nadie más que a Él. No alabéis a nadie, a nadie
más que a Él.
No alabéis a nadie, a nadie más. No alabéis a nadie, a nadie más.
No alabéis a nadie, a nadie más que a Él.
Porque sólo Él, nos puede sostener. Porque sólo Él, nos puede sostener.
No alabéis a nadie, a nadie más. No alabéis a nadie, a nadie más.
No alabéis a nadie, a nadie más que a Él. No miréis a nadie, a nadie
más que a Él.
No miréis a nadie, a nadie más que a Él. No miréis a nadie, a nadie
más.
No miréis a nadie, a nadie más. No miréis a nadie, a nadie más que a
Él.
Porque sólo Él nos puede sostener. Porque sólo Él, nos puede sostener.
No miréis a nadie, a nadie más. No miréis a nadie, a nadie más.
No miréis a nadie, a nadie más que a Él.
Oración, amistad con Jesucristo
“Háblame aquí, sencillamente,
como hablarías a tu madre, a tu hermano. ¿Necesitas
rezar por alguien? Dime su nombre y qué quisieras que hiciese actualmente
por ellos. Pide mucho, mucho, no vaciles en pedir; me gustan los corazones
generosos que llegan a olvidarse en cierto modo de sí mismos, para atender a
las necesidades ajenas. Háblame así, con
sencillez, con llaneza, de los pobres a quienes quisieras consolar, de los
enfermos a quienes ves padecer, de los extraviados que anhelas volver al buen
camino, de los amigos ausentes que quisieras ver otra vez a tu lado.
Y para ti, ¿no necesitas alguna gracia? Hazme, si quieres, una lista de
tus necesidades, y ven, léela en mi presencia. Dime francamente que sientes
-soberbia, amor a la sensualidad y al regalo; que eres tal vez egoísta,
inconstante, negligente... ; y pídeme luego que venga en ayuda de los esfuerzos,
pocos o muchos, que haces para quitar de ti tales miserias.
Deseo que me pidas lo que sea, en
cuanto no se oponga, antes favorezca y ayude a tu santificación. Hoy por hoy,
¿qué necesitas? ¿Qué puedo hacer por tu bien? ¡Si supieras los deseos que tengo
de favorecerte!
¿Traes ahora mismo entre manos algún Proyecto? Cuéntamelo todo
minuciosamente. ¿Qué te preocupa? ¿Qué piensas? ¿Qué deseas? ¿Qué quieres que
haga por tu hermano, por tu amigo? ¿Qué desearías hacer por ellos?
¿Y por Mí? ¿No sientes deseos de mi gloria? ¿No quisieras poder hacer algún
bien a tus prójimos, a tus amigos, a quienes amas mucho, y que viven quizás
olvidados de Mí?
Dime qué cosa llama hoy particularmente tu atención, qué
anhelas más vivamente, y con qué medios cuentas para conseguirlo. Dime si te
sale mal tu empresa, y yo te diré las causas del mal éxito. Hijo mío, soy dueño
de los corazones, y dulcemente los llevo, sin perjuicio de su libertad, adonde
me place.”
Hay un corazón que mana
Hay un
corazón que mana, que palpita en el Sagrario, el corazón solitario, que se
alimenta de amor.
Es un
corazón paciente, es un corazón amigo, el que habita en el olvido, el corazón
de tu Dios.
Es un
corazón que ama, un corazón que perdona, que te conoce y que toma, de tu vida
lo peor
Que comenzó
esta tarea una tarde en el Calvario, y que ahora desde el Sagrario tan sólo
quiere tu amor.
Decidle a
todos que vengan a la fuente de la vida. Hay una historia escondida dentro de
este corazón.
Decidles
que hay esperanza, que todo tiene un sentido. Que Jesucristo está vivo, decidles
que existe Dios.
Es el
corazón que llora en la casa de Betania. El corazón que acompaña a los dos de
Emaús.
Es el
corazón que al joven rico amó con la mirada. El que a Pedro perdonaba después
de su negación.
Es el
corazón en lucha del huerto de los Olivos, que amando a sus enemigos hizo creer
al ladrón.
Es el
corazón que salva por su fe a quien se le acerca. Que mostró su herida abierta al
apóstol que dudó.
Decidle a
todos que vengan a la fuente de la vida. Que hay una historia escondida dentro
de este corazón.
Decidles
que hay esperanza, que todo tiene un sentido. Que Jesucristo está vivo, decidles
que existe Dios.
El corazón de la Virgen
“El Corazón de la Virgen es esa
cápsula protectora tan providencial y acogedora para un laico que vive su
Bautismo. Tentaciones de todas clases, desconfianzas, incomprensiones, miedos,
desengaños, persecuciones, menudean en la vida de un cristiano. Suscribirá en
algunos momentos la frase de San Pablo: «Nos vimos abrumados muy sobre
nuestras fuerzas hasta desesperar de la vida» (cf. 2 Cor 1,8), pero como el
Apóstol repetirá convencido: «De todas estas cosas me libró el Señor» (cf. 2
Tim 3,11) dándome a María como Madre.
¡Mira
a la Estrella!, invoca a María, como un niño acude a su madre. Escucha a San
Bernardo. «Rogándola, no te despistarás; invocándola, no desesperarás;
pensando en Ella, no errarás». Refugiado en la cápsula de su Corazón
Inmaculado, serás inasequible al desaliento, invulnerable a los enemigos,
flotando entre limitaciones y miserias”.
Cantamos a María
Ave María, ave. (bis)
Madre de la espera y mujer de la esperanza, ora pro nobis.
Madre de sonrisa y mujer de los silencios, ora pro nobis.
Madre de frontera y mujer apasionada, ora pro nobis.
Madre del descanso y mujer de los caminos, ora pro nobis.
Madre del descanso y mujer de los caminos, ora pro nobis.
Ave María, ave. (bis)
Madre del respiro y mujer de los desiertos, ora pro nobis.
Madre del ocaso y mujer de los recuerdos, ora pro nobis.
Madre del presente y mujer de los retornos, ora pro nobis.
Madre del amor y mujer de la ternura, ora pro nobis.
Ave María, ave.
Ave María, ave. (bis)
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