LLAMADOS A LA SANTIDAD
Resumen de la charla de Mons. José Ignacio Munilla en Cádiz el 17 de
diciembre de 2016
Vocación común al seguimiento de Jesucristo y
ser santos
Solemos hablar de
vocaciones diferentes, pero no son tan distintas; de hecho la vocación es la
misma para todos, las tentaciones vienen a todos del mismo apelando a las
mismas debilidades, los medios de gracia son los mismos, la Biblia es la misma
para todos. Jesucristo predica para todos, no para sectores ni estados de vida
determinada. Tomar conciencia de la identidad laical estando atentos, cuidar,
estimular y valorar las demás vocaciones que forman el Cuerpo Místico de la
Cristo. La identidad laical se desenfoca si se plantea con formas de
confrontación, de luchas de poder. Las vocaciones crecen conjuntamente y entran en crisis también
conjuntamente.
Porque la
vocación es común a todos: seguir a Jesucristo en la santidad; luego vendrá
la segunda vocación dentro de la Vocación que es la elección de estado, que es
secundaria. Lo que de verdad caracteriza la vocación es seguir a Jesucristo y
ser santo.
La pastoral vocacional no
puede estar al margen de esta característica común: el centro de la vida
cristiana es seguir a Jesucristo y ser santos. Si esto primero no está
claro, lo demás no llegará ninguna parte. Efesios, 14: Yo nos ha elegido para
que seamos santos e irreprochables por el amor.
¿Qué es ser santo?
La santidad es lo único determinante en la
vida, lo demás es secundario. La santidad no es perfeccionismo, de hecho
el perfeccionismo no garantiza la santidad. El purgatorio existe para rematar
la tarea de la santificación. El que comenzó la obra en ti la llevará a
término. La santidad no es inalcanzable, es para ti. Dios creador del universo
te llama a ser santo y lo hará en ti.
Santo Tomás de
Aquino dice que el elemento determinante, sobre la base de que es obra de Dios,
para ser santo es tu deseo de serlo, tu hambre de Dios y de santidad.
Tener clara mi determinada determinación es en todo salir purificado para esa
llamada a la santidad.
Recuerda con mucho
cariño al P. Manuel Armalén que en sus primeros Ejercicios Espirituales le
entregó una estampita en la estaba escrito: viviré habitualmente en gracia
de dios y si caigo me levantaré. El ABC de nuestra vida es vivir en gracia,
cuidar la vida de gracia y anteponer esto ante cualquier cosa.
¿Cómo se desarrolla esa llamada a la
santidad?
- Impacto del descubrimiento de la primera llamada. La primera conversión es cuando caes en la cuenta de que lo único importante es seguir a Jesús en santidad. Es el Tesoro descubierto. Cambia la vida de tal manera que los demás se darán cuenta por las cosas que dejas, sin saber que lo importante y lo que ganas es lo que has descubierto, lo que has encontrado. De tal manera que “todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo”. Hay que volver constantemente a este amor primero, renovar esa gracia. Pero aún no se ha llegado a la cima, habrá que pasar por la segunda conversión.
- La segunda conversión consiste en que ese seguimiento de Jesús tiene que llegar a ser incondicional. (Ejemplo de san Ignacio en la conversión durante su convalecencia creyó que ya había entregado toda su vida, pero aún le espera una larga etapa de purificación, de segunda conversión. “Soñó en Jerusalén y despertó en Roma”). Esta segunda conversión es firmar un cheque en blanco. Tú firmas el cheque en blanco y le dices al Señor que lo rellene como Él quiera. En esta segunda conversión se purifica la primera. La clave está en que esta segunda conversión dura toda la vida. Se trata del “si sostenido”, la perseverancia es un milagro. La constancia no nace de la carne y de la sangre, sino del Si Sostenido en el Espíritu como el Si de María que es
Medios de gracia para sostener el si
sostenido, para sostener la vocación
Necesitamos medios de gracia para sostener
ese sí y no tener el ´mal del camarero´ que de tanto
servir desde su bandeja a todo, se deja de alimentar él. Los medios de gracia
son los consejos evangélicos: oración, ayuno, limosna que corresponden a
los compromisos de pobreza, castidad y
obediencia. Una oración seria en un lugar y momento central de cada día,
la lectura y meditación diaria de la Sagrada Escritura que ilumina
nuestros criterios, así como la mortificación aunque esté mal vista. Mortificación
que es renunciar a nuestra comodidad para abrazar la Cruz de Cristo y para conocer
Su Voluntad. Mortificación que es “en todo amar y servir” que la purifica para
que no sea un mero autovencimiento o autocontrol, sino el olvido de nosotros mismos para darnos en amor.
Para “en todo amar y servir” necesito
los medios de la gracia para poder sostener el Sí. Necesitamos la oración,
la Palabra, los Sacramentos, orden y profundidad para que tener la
capacidad de que el gusto propio no mande en mi vida, para liberarnos de
la “gana” que es una tirana. Liberarnos para entregarnos amando y sirviendo.
El apostolado es fruto del
enamoramiento de Jesucristo
La clave está en el capítulo 21 de san Juan: Al atardecer de la vida nos
examinarán del amor. La fuerza del apostolado está en la pregunta que nos hace
Jesucristo: “Pedro, ¿me amas? … apacienta mis ovejas”. La pregunta - ¿me amas?-
se concluye y aplica en el apostolado - apacienta mis ovejas-. La fuerza del
apostolado está en el amor a Jesucristo.
Si me amas sé mi instrumento para
que otros conozcan la gracia del Corazón de Jesús. El hacer sigue al ser,
primero es luego hace, primero es la identidad y después la misión, la
misión se fundamenta en la identidad. Ser discípulo de Cristo (identidad)
y ser apóstol (misión).
El enamoramiento de
Cristo y el apostolado están estrechamente ligados.
“¿Me amas Pedro?,…
apacienta mis ovejas.” Del amor a Cristo nace el celo apostólico que nos
libera para dar la vida por Él, para ganar almas para Cristo. Nada hay más
importante que esto: ganar almas para Cristo, ir al Cielo intentando llevar unos cuantos. Tener
celo apostólico es una gracia, cuando uno tiene el corazón en lo esencial, lo
tiene liberado de batallitas; cuando no hay celo apostólico, hay celos de forma
inversamente proporcional. No merece la pena perder la vida en batallitas ni
sufrir por banalidades.
Tipos de apostoldao
Hay dos tipos de
apostolado: el personal y el asociado. Los dos son necesarios.
El apostolado personal es un signo de
autenticidad, no es una tarea para un rato en un lugar y tiempo
determinado. El apostolado personal tiene lugar en toda mi realidad, en todo
tiempo y lugar de la vida diaria porque está inscrito en tu corazón. El
apostolado no es una estrategia eclesiástica, nace de ti porque amas; y el
que ama desea lo mejor para la persona amada. En tu caridad si no das a Cristo,
tu caridad es tacaña porque lo mejor no lo estás dando.
El apostolado asociado es complementario del
anterior. Este necesita discernimiento, prudencia y
conveniencia; pidiendo luz al Espíritu Santo para hacer una reflexión entre
todos para acertar en este momento en el apostolado con jóvenes, con familias,
en los colegios, … Para no confundir una inspiración del Espíritu Santo con una
ocurrencia acudir a la palabra del Evangelio, al Magisterio de la Iglesia a los
planes y estrategias pastorales de la Diócesis, … por eso es tan importante
rezar por el Papa, por los obispos y por todos los que tienen encomendada una
tarea pastoral. Identidad y misión, oveja y pastor. Para ser un buen pastor
hace falta ser una buena oveja. Un padre de familia, un párroco,… también
es pastor y al mismo tiempo es oveja. Ambas cosas están integradas porque
discipulado y apostolado son todo una misma cosa en Jesucristo.
Como está perfectamente integrado en María en
su Inmaculado Corazón, que Ella nos ilumine y sea modelo del Sí sostenido.
Escucha la charla completa en el audio de ivoox:
http://www.ivoox.com/condiciones-vocacion-laical-llamados-a-audios-mp3_rf_15115446_1.html
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