En busca de la santidad

Papa Francisco: Hay que tener en cuenta que la santidad no es algo que nos proporcionamos a nosotros mismos, que obtenemos con nuestras cualidades y nuestras habilidades. La santidad es un don, es el regalo que nos hace el Señor Jesús, cuando nos lleva con Él, nos cubre de Él y nos hace como Él... La santidad es el rostro más bello de la Iglesia: es descubrirse en comunión con Dios, en la plenitud de su vida y su amor... no es la prerrogativa de unos pocos: la santidad es un don que se ofrece a todos, sin excepción, por eso es el carácter distintivo de cada cristiano.

lunes, 11 de julio de 2011

LA RESPONSABILIDAD SOCIAL DESDE LA DOCTRINA DE LA IGLESIA

LA RESPONSABILIDAD SOCIAL


DESDE


LA DOCTRINA DE LA IGLESIA




Lic. Teresa Briozzo P., Prof. de la
Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades - UCSS


Nuestro país se encuentra frente al cambio de gobierno y, con él, a una serie de conflictos sociales pendientes. La aspiración de todos los ciudadanos se expresa frecuentemente en las palabras: "responsabilidad social". ¿Pero qué se entiende con esta expresión?

Para la Doctrina Social de la Iglesia Católica la responsabilidad social tiene, por un lado, su fundamento en la dignidad de la persona humana y, por otro lado, requiere el cumplimiento de unos principios que la hacen posible: el bien común, el destino universal de los bienes, la subsidiariedad, la participación y la solidaridad. Estos principios son la expresión de la verdad íntegra del hombre, conocida a través de la razón y de la fe; ellos brotan del encuentro del Evangelio con los problemas que surgen en la vida de la sociedad.

No es este el espacio para un estudio exhaustivo, pero sólo mencionaremos el significado de estas condiciones de la responsabilidad social.

PRINCIPIOS CLAVE

La dignidad humana. En primer lugar nos preguntamos: ¿Por qué el hombre es responsable del hombre? Y ¿ante quién es responsable? La Iglesia ve en el hombre la imagen viva de Dios revelada plenamente en el misterio de Cristo. Todo hombre, independientemente de su raza, color, de sus bienes materiales, de sus cualidades, vale la sangre de Cristo. Este es el fundamento de la dignidad de humana, por él Dios se viene a la tierra y dona su vida, para que éste logre una vida plena. No hay declaración ni autoridad humana que pueda despojar a un ser humano de esta dignidad; en realidad somos responsables de lo que hacemos con los hombres ante Dios.

El bien común. Es el conjunto de las condiciones de la vida social que hacen posible a cada uno de los hombres el logro pleno y fácil de su propia perfección. Ante todo, es el compromiso por la paz de las organizaciones y poderes del Estado, un sólido ordenamiento jurídico, la salvaguardia del ambiente, la prestación de los servicios esenciales para las personas: alimentación, habitación, trabajo, educación, transporte, salud, libertad de la información y tutela de la libertad religiosa. Todos y cada uno de nosotros estamos comprometidos en la construcción del bien común y, a su vez, todos necesitamos de él.

La distribución justa de los bienes. Dios ha destinado la tierra y cuanto contiene para el uso de todos los hombres y los pueblos. En consecuencia los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa en justicia y caridad. Todo hombre debe tener la posibilidad de gozar del bienestar necesario para su pleno desarrollo, por ello necesita tener la posibilidad de trabajar para conseguir los bienes necesarios y llevar una vida digna. Cuando los bienes materiales, intelectuales, económicos, culturales no llegan a todos se vive en la injusticia y esto genera violencia social.

La subsidiariedad. Los cuerpos sociales intermedios pueden desarrollar adecuadamente las funciones que les competen, sin verse despojados por otras agregaciones sociales de nivel superior, negando la dignidad y el espacio vital para participar activamente en la sociedad. Se trata de promover la ayuda económica, institucional, legislativa, a las entidades pequeñas como la familia y organizaciones intermedias, promoviendo la iniciativa privada. Este principio protege de la centralización de la burocratización, del asistencialismo, promoviendo el primado de la persona, de la familia, de las asociaciones y organizaciones intermedias.

La participación. Mediante la participación el ciudadano, como individuo o asociado, contribuye a la vida cultural, económica, política y social de la comunidad civil a la que pertenece. La participación es un deber que todos han de cumplir conscientemente, en modo responsable en vistas al bien común. Por otra parte, la participación es una aspiración de todo ciudadano y es una de las garantías de la vida democrática.

La solidaridad. Expresa la exigencia de reconocer en el conjunto de vínculos que unen a los hombres y a los grupos sociales, el espacio ofrecido a la libertad para ocuparse del crecimiento común, compartido por todos. Esto implica que los hombres cultiven la conciencia de la deuda que tienen con la sociedad en la que viven; constituida por la cultura, el conocimiento científico y tecnológico, los bienes materiales e inmateriales y todo lo que la actividad humana ha producido.

Si todos los hombres son valiosos todos tienen que tener las condiciones para llevar una vida humana digna y de este modo poder realizarse como personas. Como hemos visto, no se trata de una afirmación teórica, sino de una forma de vida social en la que todas las personas tengan su espacio vital. Cada uno de nosotros, al fin de la vida, escuchará la pregunta del Creador: ¿Dónde está tu hermano? (Gn 4,9). Desde la UCSS se busca generar un espacio en el que se forme hombres capaces de crear una verdadera responsabilidad social que no sea solo una tendencia empresarial, sino una realidad que nos llama constantemente.

Para la Doctrina Social de la Iglesia Católica la responsabilidad social tiene, por un lado, su fundamento en la dignidad de la persona humana y, por otro lado, requiere el cumplimiento de unos principios que la hacen posible: el bien común, el destino universal de los bienes, la subsidiariedad, la participación y la solidaridad.

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Fuente:
http://jabenito.blogspot.com/


¡Todo lo puedo en Aquél que me conforta!

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