Publicado por el P. Juan Antonio Paredes Muñoz hace 18 años.
Dicen los sabios que la palabra hebrea salom, esa que significa paz y que tanto nos gusta cantar en la Misa mientras nos damos un abrazo, es una palabra muy rica y muy hermosa. Lo de paz se queda corto. Porque salom quiere decir que uno se encuentra bien; que se sabe en las manos de Dios; que está enamorado de su mujer y se entiende con sus hijos; que tiene buenos vecinos; que la vida le va bien...
Es la situación del hombre que, a la caída de la tarde, sentado a la puerta de casa bajo la parra y rodeado de los suyos ve regresar sus yuntas y sus rebaños mientras bebe un trago de vino de pitarra... Y algo así es lo que debieron sentir Antonio y Rosa, el seis de agosto, a las siete y media de la tarde. Antonio y Rosa son esa pareja joven, tan silenciosa y sonrientes siempre, que se sientan a la derecha de la mesa de las Asambleas Nacionales. Antonio, armado casi siempre de bolígrafo y de máquina de hacer fotos. Y Rosa, ocultando su aguda inteligencia bajo una sonrisa llena de modestia y de ternura. Porque Antonio y Rosa son el matrimonio Secretario Nacional del MFC. Nacieron en Salamanca y el trabajo los arrastró hasta Chiclana, tierra de vino y de toreros. Tierra antigua y sabia, que conoció a Julio César y Aníbal. Tierra de una gente maravillosa, que sabe mucho de Dios, de fraternidad y de alegría. Pero el seis de agosto, hacia las siete y media de la tarde, estábamos en los campos de Salamanca,
En esos campos de encinas y de almendros, sentados a la puerta de casa junta a la parra. En el ambiente reinaba un aire de salom: de la paz bíblica. Porque había alegría, familia y amigos; había sonrisa de Dios y proyectos de futuro. Y la responsable de todo, una "mocosa" minúscula y sonrosada a quien acabábamos de imponer el nombre de Laura. Laura es la hija primogénita de Antonio y Rosa, que ha tardado algunos años en venir. Laura ha nacido en un hogar donde los padres buscan, creen, dialogan, aceptan al otro como es, tratan de ayudarse y se reconocen necesitados de ayuda y de perdón. Laura acaba de recibir el bautismo en un templo donde su abuelo paterno dejó sembrada la mejor parte de su trabajo y de su vida. Laura ha entrado ha formar parte del Pueblo de Dios en un hogar del MFC.
Y allí estaba la familia de Rosa y de Antonio, en el templo, para recibirla. Allí estaban los amigos de siempre, de esos que los son para toda la vida. Y allí habíamos ido algunos de los amigos que Antonio y Rosa han encontrado en su camino de fe. Entre otros, el Matrimonio Presidente Nacional -Maxi y Pruden- y el Consiliario Nacional. Para recibir a Laura, para dar gracias a Dios por Laura; para acompañar sus primeros pasos en el apasionante camino de la Vida.
Juan Antonio Paredes
Consiliario Nacional MFC
Agosto, 1994
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