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Que el
alfa y el omega, el principio y el final de esta primera sesión de la Escuela
de Evangelizadores hayan sido orando me indica claramente que las acciones
evangelizadoras no serán fecundas si no están apoyadas en la propia vida espiritual, en la oración cotidiana, en la
charla diaria con Cristo y en la frecuencia de los Sacramentos, especialmente la
Eucaristía y la Confesión. Y efectivamente todas las demás partes de esta
sesión estuvieron animadas por la oración.
De la charla, ¿qué decir?. Ideas claras y
clarificantes, prácticas e iluminadoras que no están sacadas de unos sesudos libros,
ni son fruto de unas reflexiones teóricas de despacho. Conocimientos aprendidos en la propia vida en la mejor e insustituible escuela en el aula del
encuentro real con Jesucristo. Y es que sólo desde la experiencia de una persona que se ha encontrado con Jesucristo,
que ha cambiado su vida, que le ha salvado, es cuando uno se convierte en
evangelizador.
Ya hay
resúmenes muy interesantes de la magnífica charla de Josue Fonseca. Yo lo haré
de forma muy esquemática:
1-
La
Iglesia existe para evangelizar, para “engendrar creyentes convertidos”.
Esto será posible si tiene una experiencia personal de encuentro con Dios. Para
poder engendrar una vida hace falta, en primer lugar, tener una relación. Y,
además, tener una casa donde acogerla. Sería fantástico una comunidad así en
cada parroquia. Dios quiere tener una relación con cada uno de nosotros y
puede.
2-
Crear comunidades para acoger a
los “creyentes engendrados” y ayudarles a crecer en la fe. Pequeñas comunidades entorno a
la Parroquias donde tenga una auténtica vida de comunidad. Un espacio para
rezar juntos, para formarse juntos, para comprometerse e insertarse en la vida
de la Iglesia. Crear comunidades atractivas en lo humano y estricto en lo espiritual.
3-
Fidelidad a la Iglesia porque crecer en la fe significa
vivir íntegramente, sin recortes, la fe que Cristo ha deposita en su Iglesia. Bajo la orientación de la Iglesia tenemos la garantía de que caminamos en la verdad y desde la verdad. Seremos evangelizadores al servicio de la Iglesia universal que se concreta en el servicio a la Iglesia Diocesana con una adhesión efectiva y afectiva hacia la jerarquía y hacia el Magisterio de la Iglesia. En este aspecto nos jugamos también la fecundidad de la evangelización.
4-
Misión. Comunidades evangelizadoras comprometidos con la propagación
del Evangelio. Es imposible tener a Dios, conocer a Dios, tener una relación
con Dios y no transmitirlo a los demás: lo hará Él.
¿Esto
significa que hay que hacer cosas nuevas?. Pues posiblemente sí, hará falta
imaginación y creatividad para hablar de Cristo a las personas de nuestro
tiempo, para que nos entiendan, para que descubran el Evangelio tiene sentido y
es significativo para sus vidas. Pero la
clave no estará en la novedad de las acciones, sino en su carácter misionero.
“Lo que sea haga que se haga de forma misionera”. Sin rebajas, sin acomodarnos
al mundo, por respeto a los demás tenemos que decirles la verdad. No les importa
lo que le digamos si están seguros de que los queremos de verdad y nos
preocupamos por ellos.
¿Y cuál es la clave para que
todos esto se pueda hacer?. Si el que va a actuar es Cristo la condición es
tener una relación personal con Él. Tener una vida de oración, estar convertidos a Cristo, todo vivido
desde Cristo con criterios sobrenaturales. Que Jesucristo sea realmente el eje
de mi vida, el centro de mi existencia y el de mi comunidad eclesial.
Que la Virgen María nos enseñe a engendrar a
Cristo en nosotros y a darlo a los demás.
Antonio M.
Sánchez
antoniojhs@gmail.com
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