Sugerencias para vivir bien la 39ª Semana del Año de
la Fe: 8-14 julio 2013
Porta Fidei
Durante este tiempo,
tendremos la mirada fija en Jesucristo, "que inició y completa nuestra
fe" (Hb 12, 2): en él encuentra su cumplimiento todo afán y todo anhelo
del corazón humano. La alegría del amor, la respuesta al drama del sufrimiento
y el dolor, la fuerza del perdón ante la ofensa recibida y la victoria de la
vida ante el vacío de la muerte, todo tiene su cumplimiento en el misterio de
su Encarnación, de su hacerse hombre, de su compartir con nosotros la debilidad
humana para transformarla con el poder de su resurrección. En él, muerto y
resucitado por nuestra salvación, se iluminan plenamente los ejemplos de fe que
han marcado los últimos dos mil años de nuestra historia de salvación.
Cristo es el principio y el fin, el que
pone en nosotros la semilla de la fe y el que la hace germinar. Toda la vida de la
fe comienza en Cristo como en su fuente y tiende a Él como a su fin. Dios
es amor eterno, misericordia eterna.
Lectura
Capítulos 1-2 del Decreto "Ad Gentes",
sobre la actividad misionera de la Iglesia, del Concilio Vaticano II.
La fe de los santos
Aquí puedes leer la biografía de la Madre
Teodora Guérin, otro modelo impresionante de fe.
Jaculatoria
Señor, no dejes que se extinga en mi
alma la luz de la fe.
Petición
Por los que están buscando su vocación,
para que el Señor les sostenga e ilumine en su discernimiento y abra sus almas
al deseo de cumplir su santa voluntad.
Propósito
Acordarnos de acudir a los santos para
pedirles ayuda, dialogar con ellos en oración y aprender de ellos a vivir las
virtudes.
Para meditar
Te proponemos algunos textos que pueden
ayudarte a meditar sobre la fe esta semana.
Antiguo Testamento: Jon. 2, 3-10
Oración de Jonás
Salmos: Sal. 85 [84] “Muéstranos, Señor, tu misericordia, y danos tu salvación”
Evangelio: Mc. 9, 14-29 “¡Creo! Aumenta mi fe”
Epístolas: Sant. 1, 2-18 "Tened, hermanos míos, por sumo gozo veros rodeados de diversas tentaciones, considerando que la prueba de vuestra fe engendra paciencia"
Salmos: Sal. 85 [84] “Muéstranos, Señor, tu misericordia, y danos tu salvación”
Evangelio: Mc. 9, 14-29 “¡Creo! Aumenta mi fe”
Epístolas: Sant. 1, 2-18 "Tened, hermanos míos, por sumo gozo veros rodeados de diversas tentaciones, considerando que la prueba de vuestra fe engendra paciencia"
Catecismo de la Iglesia Católica:
Párrafos 166-169-166
La fe es un acto personal: la respuesta
libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela. Pero la fe no es un
acto aislado. Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo. Nadie se ha
dado la fe a sí mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo. El creyente ha
recibido la fe de otro, debe transmitirla a otro. Nuestro amor a Jesús y a los
hombres nos impulsa a hablar a otros de nuestra fe. Cada creyente es como un
eslabón en la gran cadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido
por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los
otros.
167 "Creo" (Símbolo de los Apóstoles): Es la fe de la Iglesia profesada personalmente por cada creyente, principalmente en su bautismo. "Creemos" (Símbolo de Nicea-Constantinopla, en el original griego): Es la fe de la Iglesia confesada por los obispos reunidos en Concilio o, más generalmente, por la asamblea litúrgica de los creyentes. "Creo", es también la Iglesia, nuestra Madre, que responde a Dios por su fe y que nos enseña a decir: "creo", "creemos".
168 La Iglesia es la primera que cree, y así conduce, alimenta y sostiene mi fe. La Iglesia es la primera que, en todas partes, confiesa al Señor (Te per orbem terrarum sancta confitetur Ecclesia, -A Ti te confiesa la Santa Iglesia por toda la tierra- cantamos en el himno Te Deum), y con ella y en ella somos impulsados y llevados a confesar también : "creo", "creemos". Por medio de la Iglesia recibimos la fe y la vida nueva en Cristo por el bautismo. En el Ritual Romano, el ministro del bautismo pregunta al catecúmeno: "¿Qué pides a la Iglesia de Dios?" Y la respuesta es: "La fe". "¿Qué te da la fe?" "La vida eterna".
169 La salvación viene solo de Dios; pero puesto que recibimos la vida de la fe a través de la Iglesia, ésta es nuestra madre: "Creemos en la Iglesia como la madre de nuestro nuevo nacimiento, y no en la Iglesia como si ella fuese el autor de nuestra salvación" (Fausto de Riez, De Spiritu Sancto, 1,2: CSEL 21, 104). Porque es nuestra madre, es también la educadora de nuestra fe.
Concilio Vaticano II:
Gaudium et Spes - Párrafo 15
Tiene razón el hombre, participante de la luz de la inteligencia divina, cuando afirma que por virtud de su inteligencia es superior al universo material. Con el ejercicio infatigable de su ingenio a lo largo de los siglos, la humanidad ha realizado grandes avances en las ciencias positivas, en el campo de la técnica y en la esfera de las artes liberales. Pero en nuestra época ha obtenido éxitos extraordinarios en la investigación y en el dominio del mundo material. Siempre, sin embargo, ha buscado y ha encontrado una verdad más profunda. La inteligencia no se ciñe solamente a los fenómenos. Tiene capacidad para alcanzar la realidad inteligible con verdadera certeza, aunque a consecuencia del pecado esté parcialmente oscurecida y debilitada.
Finalmente, la naturaleza intelectual de la persona humana se perfecciona y debe perfeccionarse por medio de la sabiduría, la cual atrae con suavidad la mente del hombre a la búsqueda y al amor de la verdad y del bien. Imbuido por ella, el hombre se alza por medio de lo visible hacia lo invisible.
Nuestra época, más que ninguna otra, tiene necesidad de esta sabiduría para humanizar todos los nuevos descubrimientos de la humanidad. El destino futuro del mundo corre peligro si no forman hombres más instruidos en esta sabiduría. Debe advertirse a este respecto que muchas naciones económicamente pobres, pero ricas en esta sabiduría, pueden ofrecer a las demás una extraordinaria aportación.
Con el don del Espíritu Santo, el hombre llega por la fe a contemplar y saborear el misterio del plan divino.
167 "Creo" (Símbolo de los Apóstoles): Es la fe de la Iglesia profesada personalmente por cada creyente, principalmente en su bautismo. "Creemos" (Símbolo de Nicea-Constantinopla, en el original griego): Es la fe de la Iglesia confesada por los obispos reunidos en Concilio o, más generalmente, por la asamblea litúrgica de los creyentes. "Creo", es también la Iglesia, nuestra Madre, que responde a Dios por su fe y que nos enseña a decir: "creo", "creemos".
168 La Iglesia es la primera que cree, y así conduce, alimenta y sostiene mi fe. La Iglesia es la primera que, en todas partes, confiesa al Señor (Te per orbem terrarum sancta confitetur Ecclesia, -A Ti te confiesa la Santa Iglesia por toda la tierra- cantamos en el himno Te Deum), y con ella y en ella somos impulsados y llevados a confesar también : "creo", "creemos". Por medio de la Iglesia recibimos la fe y la vida nueva en Cristo por el bautismo. En el Ritual Romano, el ministro del bautismo pregunta al catecúmeno: "¿Qué pides a la Iglesia de Dios?" Y la respuesta es: "La fe". "¿Qué te da la fe?" "La vida eterna".
169 La salvación viene solo de Dios; pero puesto que recibimos la vida de la fe a través de la Iglesia, ésta es nuestra madre: "Creemos en la Iglesia como la madre de nuestro nuevo nacimiento, y no en la Iglesia como si ella fuese el autor de nuestra salvación" (Fausto de Riez, De Spiritu Sancto, 1,2: CSEL 21, 104). Porque es nuestra madre, es también la educadora de nuestra fe.
Concilio Vaticano II:
Gaudium et Spes - Párrafo 15
Tiene razón el hombre, participante de la luz de la inteligencia divina, cuando afirma que por virtud de su inteligencia es superior al universo material. Con el ejercicio infatigable de su ingenio a lo largo de los siglos, la humanidad ha realizado grandes avances en las ciencias positivas, en el campo de la técnica y en la esfera de las artes liberales. Pero en nuestra época ha obtenido éxitos extraordinarios en la investigación y en el dominio del mundo material. Siempre, sin embargo, ha buscado y ha encontrado una verdad más profunda. La inteligencia no se ciñe solamente a los fenómenos. Tiene capacidad para alcanzar la realidad inteligible con verdadera certeza, aunque a consecuencia del pecado esté parcialmente oscurecida y debilitada.
Finalmente, la naturaleza intelectual de la persona humana se perfecciona y debe perfeccionarse por medio de la sabiduría, la cual atrae con suavidad la mente del hombre a la búsqueda y al amor de la verdad y del bien. Imbuido por ella, el hombre se alza por medio de lo visible hacia lo invisible.
Nuestra época, más que ninguna otra, tiene necesidad de esta sabiduría para humanizar todos los nuevos descubrimientos de la humanidad. El destino futuro del mundo corre peligro si no forman hombres más instruidos en esta sabiduría. Debe advertirse a este respecto que muchas naciones económicamente pobres, pero ricas en esta sabiduría, pueden ofrecer a las demás una extraordinaria aportación.
Con el don del Espíritu Santo, el hombre llega por la fe a contemplar y saborear el misterio del plan divino.
Enlaces
Sigue las noticias, eventos, discursos y
documentos del Año de la Fe:
Web oficial de la
Santa Sede: www.annusfidei.va
Web dedicada al Año de
la Fe en Hogar de la Madre: http://www.hogardelamadre.net/es/vida-espiritual/annus-fidei
¿Te ayudan estas sugerencias? No dudes
en ayudar también a otras personas que estén interesadas, reenviando este
mensaje o invitándolas a suscribirse aquí.
Para ver las sugerencias de las semanas anteriores,
pincha aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario