QUIÉN ES EL ESPÍRITU SANTO
Jesucristo con su Muerte y
Resurrección consumó la Redención.
El Espíritu Santo hace posible de manera especial que los frutos de la redención lleguen a
todo el mundo, a todos y cada uno de nosotros.
La Iglesia celebra en
la fiesta de Pentecostés la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles y
María Santísima. Cada año de alguna forma se repite este suceso.
El Espíritu Santo está presente en la
Iglesia y en el alma de cada uno nosotros, si estamos en gracia. Podemos tener
un trato continuado, íntimo y sobrenatural.
1. ¿QUIÉN
ES EL ESPÍRITU SANTO?
Es la tercera persona de la Santísima Trinidad.
La Santísima Trinidad es la verdad fundamental de nuestra fe cristiana: en Dios hay tres
personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Las tres personas son Dios,
las tres son eternas, las tres son omnipotentes, pero hay un solo Dios.
El Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad y profesamos su
divinidad cuando rezamos en el Credo: «Creemos
en el Espíritu Santo, Señor y dador de la vida».
Hay un solo Dios, pero
tres personas distintas. Unas cosas se atribuyen al Padre (creador del
mundo), otras al Hijo (la redención del mundo) y otras al Espíritu Santo la
santificación de los hombres.
2.
EL ESPÍRITU SANTO VIVE EN TI
Somos templo del Espíritu Santo (1 Cor
3,16)
Para que el Espíritu Santo pueda obrar
en el alma tenemos que vivir siempre en gracia de Dios: entonces
somos templos del Espíritu Santo, que está dentro de nuestra alma y nos va
santificando.
Si hay una cosa importante en esta
tierra es vivir en gracia como hijos de Dios. Y sólo hay una cosa que
temer: separarse de Dios por el pecado, morir sin su gracia y perderse
eternamente.
Es necesario recibir
frecuentemente los sacramentos, pues por medio de ellos, recibimos la
gracia de Dios y siempre que recibimos la gracia, recibimos el Espíritu
Santo.
Al Espíritu Santo se le conoce por sus efectos en nuestra alma, que
son:
•
Nos santifica. Por el Bautismo nos perdona el pecado original y nos hace
hijos adoptivos de Dios. Por la Confirmación nos hace fuertes para
profesar públicamente la fe. Por la Penitencia recuperamos la gracia y
nos la aumenta. Por la Comunión nos une más a Cristo y a los cristianos,
recibiendo al mismo Cristo que nos alimenta con su Cuerpo y su Sangre.
•
Nos ilumina, para que conozcamos la voluntad de Dios.
•
Nos fortalece con su gracia, para cumplir la voluntad de Dios.
Es necesario también escuchar lo que el Espíritu
Santo nos enseña a través del Magisterio de la Iglesia, el Papa, los obispos.
Es necesario también escuchar lo que el
Espíritu Santo nos enseña interiormente para ser dóciles a lo que Dios quiere y
espera de nosotros.
3.
JESUS ENVIÓ EL ESPÍRITU SANTO
En la Ultima Cena, Jesús promete enviar
el Espíritu Santo (Jn 14, 16-26) y diez días después de la Ascensión y 50
después de la Resurrección, Jesucristo cumplió su promesa y el
Espíritu Santo descendió sobre la Virgen María y los Apóstoles en forma de
lenguas de fuego, quedando llenos del Espíritu Santo, que los transformó. Era
el día de Pentecostés. La Iglesia sigue celebrando esta fiesta todos los
años, y el Espíritu Santo sigue actuando de forma invisible en la Iglesia; es
como su alma.
La Iglesia pide en la fiesta de
Pentecostés que Dios derrame los dones de su Espíritu Santo sobre todos
los rincones de la tierra, pero ¿cuáles son esos dones? Son
siete.
- Don de Sabiduría: nos hace
saborear las cosas de Dios.
- Don de Entendimiento: nos ayuda a
entender mejor las verdades de nuestra fe.
- Don de Consejo: nos ayuda a
saber lo que Dios quiere de nosotros y de los demás.
- Don de Fortaleza: nos da fuerza y
valor para hacer las cosas que Dios quiere.
- Don de Ciencia: nos enseña
cuáles son las cosas que nos ayudan a caminar hacia Dios.
- Don de Piedad: con el que
amamos más y mejor a Dios y al prójimo.
- Don de Temor de Dios: nos ayuda a no
ofender a Dios cuando flaquee muestro amor.
4.- NUESTRA ACTITUD
ANTE EL ESPÍRITU SANTO
- Esperanza y deseo
confiado de recibir el Espíritu Santo y los efectos.
El fruto de la
acción del Espíritu Santo depende de:
- Nuestra esperanza.
- Nuestro deseo de recibirlo.
- Nuestra confianza.
- Nuestra vida comunitaria y eclesial.
- Intensificar nuestra
relación con Él.
5.- ACUDE A LAS FUENTES
DE LA GRACIA
- Eucaristía.
- Confesión.
- Palabra de Dios.
- Devoción a la Virgen
María.
- Magisterio de la
Iglesia.
- Oración.
- Vida comunitaria.
- Acción apostólica, servicio a los demás
«Envía Señor tu Espíritu Santo, y se
renovarán todas las cosas».