El corazón de la Virgen
“El Corazón de la Virgen es esa cápsula protectora tan providencial y acogedora para un laico que vive su Bautismo.
Tentaciones de todas clases, desconfianzas, incomprensiones, miedos, desengaños, persecuciones, menudean en la vida de un cristiano. Suscribirá en algunos momentos la frase de San Pablo: «Nos vimos abrumados muy sobre nuestras fuerzas hasta desesperar de la vida» (cf. 2 Cor 1,8), pero como el Apóstol repetirá convencido: «De todas estas cosas me libró el Señor» (cf. 2 Tim 3,11) dándome a María como Madre.
¡Mira a la Estrella!, invoca a María, como un niño acude a su madre. Escucha a San Bernardo. «Rogándola, no te despistarás; invocándola, no desesperarás; pensando en Ella, no errarás». Refugiado en la cápsula de su Corazón Inmaculado, serás inasequible al desaliento, invulnerable a los enemigos, flotando entre limitaciones y miserias”.
(P. Tomás Morales, Hora de los Laicos, 404)
¡Mira a la Estrella!, invoca a María, como un niño acude a su madre. Escucha a San Bernardo. «Rogándola, no te despistarás; invocándola, no desesperarás; pensando en Ella, no errarás». Refugiado en la cápsula de su Corazón Inmaculado, serás inasequible al desaliento, invulnerable a los enemigos, flotando entre limitaciones y miserias”.
(P. Tomás Morales, Hora de los Laicos, 404)
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