En busca de la santidad

Papa Francisco: Hay que tener en cuenta que la santidad no es algo que nos proporcionamos a nosotros mismos, que obtenemos con nuestras cualidades y nuestras habilidades. La santidad es un don, es el regalo que nos hace el Señor Jesús, cuando nos lleva con Él, nos cubre de Él y nos hace como Él... La santidad es el rostro más bello de la Iglesia: es descubrirse en comunión con Dios, en la plenitud de su vida y su amor... no es la prerrogativa de unos pocos: la santidad es un don que se ofrece a todos, sin excepción, por eso es el carácter distintivo de cada cristiano.

lunes, 27 de octubre de 2014

Ora y espera, no te inquietes


"Ora y espera, no te inquietes.
¡Valor, y siempre adelante!
Que Jesús sea para ti, siempre y en todo: escolta, apoyo y vida.
Reza, ten fe y no te preocupes"

domingo, 26 de octubre de 2014

La entrevista de la Escuela de Evangelizadores a Antonio

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ENTREVISTAMOS A ...."ANTONIO"
Campano, 25 de Octubre de 2014

1°Encuentro.
 
II Escuela de Evangelizadores.
¡¡Gracias Antonio por compartir con nosotros este maravilloso Testimonio!!

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¤ Hola Antonio ¿De dónde vienes?
Yo vengo de Sevilla.

¤ ¿Cómo te enteraste de la E.E?.
Por un grupo en el que estoy, en Cádiz y este verano, en el Camino de Santiago, me estuvieron hablando y muy bien de la E.E. y la verdad no se porque me he decidido a venir.

¤ ¿Cómo has visto el principio de esta mañana? 
He comenzado con misterio, no se lo que me voy a encontrar, pero estoy aquí y estoy abierto para ver lo que pasa.

¤ ¿Qué te ha parecido la charla de Josue? 
Es un hombre que te impacta, porque como no es cura, te impacta más. Te ves mas próximo a él y me digo: " No hay que ser cura para intentar cambiar y tener una relación con Jesus directa".

¤ ¿Que te parece la Escuela y las personas que ves aquí en general?. 
Veo una cierta experiencia del curso pasado.
Con las personas muy bien, se nota en la gente que tienen algo especial, se les nota, de una forma u otra, que tienen una inquietud y por eso están viniendo aquí.

¤ ¿Tienes ganas de volver el próximo día?

Si, espero seguir viviendo esta experiencia, y conocer los talleres que me han dicho se realizaran.

lunes, 20 de octubre de 2014

Texto completo de las palabras del Papa al final del Sínodo

 

«Queridos: Eminencias, Beatitudes, Excelencias, hermanos y hermanas:
¡Con un corazón lleno de reconocimiento y de gratitud quiero agradecer junto a ustedes al Señor que nos ha acompañado y nos ha guiado en los días pasados, con la luz del Espíritu Santo!
Agradezco de corazón a S. E. Card. Lorenzo Baldisseri, Secretario General del Sínodo, S. E. Mons. Fabio Fabene, Sub-secretario, y con ellos agradezco al Relator S. E. Card. Peter Erdő y el Secretario Especial S. E. Mons. Bruno Forte, a los tres Presidentes delegados, los escritores, los consultores, los traductores, y todos aquellos que han trabajado con verdadera fidelidad y dedicación total a la Iglesia y sin descanso: ¡gracias de corazón!
Agradezco igualmente a todos ustedes, queridos Padres Sinodales, Delegados fraternos, Auditores, Auditoras y Asesores por su participación activa y fructuosa. Los llevaré en las oraciones, pidiendo al Señor los recompense con la abundancia de sus dones y de su gracia.
Puedo decir serenamente que – con un espíritu de colegialidad y de sinodalidad – hemos vivido verdaderamente una experiencia de sínodo, un recorrido solidario, un camino juntos.
Y siendo «un camino» –como todo camino– hubo momentos de carrera veloz, casi de querer vencer el tiempo y alcanzar rápidamente la meta; otros momentos de fatiga, casi hasta de querer decir basta; otros momentos de entusiasmo y de ardor. Momentos de profunda consolación, escuchando el testimonio de pastores verdaderos (Cf. Jn. 10 y Cann. 375, 386, 387) que llevan en el corazón sabiamente, las alegrías y las lágrimas de sus fieles.
Momentos de gracia y de consuelo, escuchando los testimonios de las familias que han participado del Sínodo y han compartido con nosotros la belleza y la alegría de su vida matrimonial. Un camino donde el más fuerte se ha sentido en el deber de ayudar al menos fuerte, donde el más experto se ha prestado a servir a los otros, también a través del debate. Y porque es un camino de hombres, también hubo momentos de desolación, de tensión y de tentación, de las cuales se podría mencionar alguna posibilidad:
  • La tentación del endurecimiento hostil, esto es, el querer cerrarse dentro de lo escrito (la letra) y no dejarse sorprender por Dios, por el Dios de las sorpresas (el espíritu); dentro de la ley, dentro de la certeza de lo que conocemos y no de lo que debemos todavía aprender y alcanzar. Es la tentación de los celantes, de los escrupulosos, de los apresurados, de los así llamados «tradicionalistas» y también de los intelectualistas.
  • La tentación del «buenismo» destructivo, que a nombre de una misericordia engañosa venda las heridas sin primero curarlas y medicarlas; que trata los síntomas y no las causas y las raíces. Es la tentación de los «buenistas», de los temerosos y también de los así llamados «progresistas y liberalistas».
  • La tentacion de transformar la piedra en pan para romper el largo ayuno, pesado y doloroso (Cf. Lc 4, 1-4) y también de transformar el pan en piedra , y tirarla contra los pecadores, los débiles y los enfermos (Cf. Jn 8,7), de transformarla en «fardos insoportables» (Lc 10,27).
  • La tentación de descender de la cruz, para contentar a la gente, y no permanecer, para cumplir la voluntad del Padre; de ceder al espíritu mundano en vez de purificarlo y inclinarlo al Espíritu de Dios.
  • La Tentación de descuidar el «depositum fidei», considerándose no custodios, sino propietarios y patrones, o por otra parte, la tentación de descuidar la realidad utilizando una lengua minuciosa y un lenguaje pomposo para decir tantas cosas y no decir nada.
Queridos hermanos y hermanas, las tentaciones no nos deben ni asustar ni desconcertar, ni mucho menos desanimar, porque ningún discípulo es más grande de su maestro; por lo tanto si Jesús fue tentado –y además llamado Belcebú (Cf. Mt 12,24)– sus discípulos no deben esperarse un tratamiento mejor.
Personalmente, me hubiera preocupado mucho y entristecido si no hubiera habido estas tenciones y estas discusiones animadas; este movimiento de los espíritus, como lo llamaba San Ignacio (EE, 6) si todos hubieran estado de acuerdo o taciturnos en una falsa y quietista paz.
En cambio, he visto y escuchado – con alegría y reconocimiento – discursos e intervenciones llenos de fe, de celo pastoral y doctrinal, de sabiduría, de franqueza, de coraje y parresía. Y he sentido que ha sido puesto delante de sus ojos el bien de la Iglesia, de las familias y la «suprema lex»: la «salus animarum» (Cf. Can. 1752).
Y esto siempre sin poner jamás en discusión la verdad fundamental del Sacramento del Matrimonio: la indisolubilidad, la unidad, la fidelidad y la procreatividad, o sea la apertura a la vida (Cf. Cann. 1055, 1056 y Gaudium et Spes, 48).
Esta es la Iglesia, la viña del Señor, la Madre fértil y la Maestra premurosa, que no tiene miedo de aremangarse las manos para derramar el aceite y el vino sobre las heridas de los hombres (Cf. Lc 10,25-37); que no mira a la humanidad desde un castillo de vidrio para juzgar y clasificar a las personas.
Esta es la Iglesia Una, Santa, Católica y compuesta de pecadores, necesitados de Su misericordia. Esta es la Iglesia, la verdadera esposa de Cristo, que busca ser fiel a su Esposo y a su doctrina. Es la Iglesia que no tiene miedo de comer y beber con las prostitutas y los publicanos (Cf. Lc 15).
La Iglesia que tiene las puertas abiertas para recibir a los necesitados, los arrepentidos y ¡no sólo a los justos o aquellos que creen ser perfectos! La Iglesia que no se avergüenza del hermano caído y no finge de no verlo, al contrario, se siente comprometida y obligada a levantarlo y a animarlo a retomar el camino y lo acompaña hacia el encuentro definitivo con su Esposo, en la Jerusalén celeste.
¡Esta es la Iglesia, nuestra Madre! Y cuando la Iglesia, en la variedad de sus carismas, se expresa en comunión, no puede equivocarse: es la belleza y la fuerza del ‘sensus fidei’, de aquel sentido sobrenatural de la fe, que viene dado por el Espíritu Santo para que, juntos, podamos todos entrar en el corazón del Evangelio y aprender a seguir a Jesús en nuestra vida, y esto no debe ser visto como motivo de confusión y malestar.
Tantos comentadores han imaginado ver una Iglesia en litigio donde una parte está contra la otra, dudando hasta del Espíritu Santo, el verdadero promotor y garante de la unidad y de la armonía en la Iglesia. El Espíritu Santo, que a lo largo de la historia ha conducido siempre la barca, a través de sus Ministros, también cuando el mar era contrario y agitado y los Ministros infieles y pecadores.
Y, como he osado decirles al inicio, era necesario vivir todo esto con tranquilidad y paz interior también, porque el sínodo se desarrolla ‘cum Petro et sub Petro’, y la presencia del Papa es garantía para todos.
Por lo tanto, la tarea del Papa es garantizar la unidad de la Iglesia; recordar a los fieles su deber de seguir fielmente el Evangelio de Cristo; recordar a los pastores que su primer deber es nutrir a la grey que el Señor les ha confiado y salir a buscar –con paternidad y misericordia y sin falsos miedos– a la oveja perdida.
Su tarea es recordar a todos que la autoridad en la Iglesia es servicio (Cf. Mc 9,33-35), como ha explicado con claridad el Papa emérito Benedicto XVI con palabras que cito textualmente: «La Iglesia está llamada y se empeña en ejercitar este tipo de autoridad que es servicio, y la ejercita no a título propio, sino en el nombre de Jesucristo… a través de los Pastores de la Iglesia, de hecho, Cristo apacienta a su grey: es Él quien la guía, la protege y la corrige, porque la ama profundamente».
«Pero el Señor Jesús, Pastor supremo de nuestras almas, ha querido que el Colegio Apostólico, hoy los Obispos, en comunión con el Sucesor de Pedro … participaran en este misión suya de cuidar al pueblo de Dios, de ser educadores de la fe, orientando, animando y sosteniendo a la comunidad cristiana, o como dice el Concilio, ‘cuidando sobre todo que cada uno de los fieles sean guiados en el Espíritu santo a vivir según el Evangelio su propia vocación, a practicar una caridad sincera y operosa y a ejercitar aquella libertad con la que Cristo nos ha librado’ (Presbyterorum Ordinis, 6)»
… «Y a través de nosotros –continua el Papa Benedicto– el Señor llega a las almas, las instruye, las custodia, las guía. San Agustín en su Comentario al Evangelio de San Juan dice: ‘Sea por lo tanto un empeño de amor apacentar la grey del Señor’ (123,5); esta es la suprema norma de conducta de los ministros de Dios, un amor incondicional, como el del buen Pastor, lleno de alegría, abierto a todos, atento a los cercanos y premuroso con los lejanos (Cf. S. Agustín, Discurso 340, 1; Discurso 46,15), delicado con los más débiles, los pequeños, los simples, los pecadores, para manifestar la infinita misericordia de Dios con las confortantes de la esperanza (Cf. Id., Carta 95,1)» (Benedicto XVI Audiencia General, miércoles, 26 de mayo de 2010).
Por lo tanto, la Iglesia es de Cristo – es su esposa – y todos los Obispos del Sucesor de Pedro tienen la tarea y el deber de custodiarla y de servirla, no como patrones sino como servidores. El Papa en este contexto no es el señor supremo, sino más bien el supremo servidor – «Il servus servorum Dei»; el garante de la obediencia , de la conformidad de la Iglesia a la voluntad de Dios, al Evangelio de Cristo y al Tradición de la Iglesia, dejando de lado todo arbitrio personal, siendo también –por voluntad de Cristo mismo– «el Pastor y Doctor supremo de todos los fieles» (Can. 749) y gozando «de la potestad ordinaria que es suprema, plena, inmediata y universal de la iglesia» (Cf. Cann. 331-334).
Queridos hermanos y hermanas, ahora todavía tenemos un año para madurar, con verdadero discernimiento espiritual, las ideas propuestas, y para encontrar soluciones concretas a las tantas dificultades e innumerables desafíos que las familias deben afrontar; para dar respuesta a tantos desánimos que circundan y sofocan a las familias; un año para trabajar sobre la «Relatio Synodi», que es el resumen fiel y claro de todo lo que fue dicho y discutido en este aula y en los círculos menores.
¡El Señor nos acompañe y nos guie en este recorrido para gloria de Su Nombre con la intercesión de la Virgen María y de San José! ¡Y por favor no se olviden de rezar por mí!».

jueves, 2 de octubre de 2014

Munilla señala lo que rompe la unidad entre católicos: protagonismos, particularismos y organizaciones secretas

Monseñor José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián, ha concedido una entrevista iluminadora al portal InfoCatólica en dónde alerta sobre los impedimentos que dificultan una unidad de acción de los católicos en los movimientos cívicos.

El obispo Munilla señala el "afán de protagonismo", la "existencia en ocasiones de particularismos miopes, faltos de altura de miras", "el respeto a los diversos carismas aprobados por la Iglesia Católica" y, por último, "la integración de algunos de los líderes en organizaciones «secretas» (o de naturaleza reservada)".

- Leímos con atención su Carta titulada «Voz de los sin voz». En ella afirmaba usted que en el actual Parlamento los católicos no tienen referentes políticos de ámbito nacional en los que poder sentirse representados. ¿Qué lectura hace usted de la actual situación política en España?- Creo que estamos en un momento crucial; es decir, en un cruce de caminos. Ciertamente, la situación es crítica: crisis de fe, crisis institucional, crisis económica, crisis de confianza por la corrupción, crisis de la familia, crisis antropológica por la ideología de género, crisis del bipartidismo, crisis de liderazgo…

Si miramos las circunstancias actuales, sin la fe en la acción del «Señor de la Historia», es como para echarse a temblar… Sin embargo, a la luz de la fe descubrimos en ello una gran oportunidad para la llegada del Reino de Dios a nuestra sociedad. Y es que las crisis forman parte de una providencia para la purificación, para la conversión, para el testimonio y para el apostolado.

Por ello, es necesario que venzamos el miedo a la situación presente, acogiendo la llamada de Dios en el contexto actual, y que nos dispongamos a testificar la novedad de Cristo profetizada en la Escritura: «Mira, hago nuevas todas las cosas» (Ap 21, 5).

- ¿Cuál puede ser el mayor obstáculo en los católicos ante este nuevo momento que usted nos describe?- Sin lugar a dudas, el mayor obstáculo son nuestros pecados, es decir, nuestra falta de santidad. Si hacemos la comparativa con lo acontecido en la vida de los santos, podemos concluir que las cosas serían muy diferentes si entre nosotros existiesen hoy santos de la talla de Santo Tomás Moro, Santa Catalina de Siena, San Juan María Vianney, San Juan Bosco o Santa Juana de Arco...

Pero también me parece importante destacar otro obstáculo de notable incidencia: la falta de unidad entre los católicos. Jesús oró insistentemente al Padre por la unidad de los cristianos. Si los católicos viviésemos en comunión entre nosotros, en plena adhesión al mensaje de Cristo predicado por su Iglesia, nuestra efectividad apostólica sería muy superior a la actual.

El diablo es «el que divide»… ¡Es su quehacer favorito! Y a decir verdad, sabe hacerlo. Tenemos sobrada experiencia de que cada vez que surge una obra apostólica fecunda, Satanás siembra división para intentar frenarla.

- ¿Cuáles pueden ser las causas de la falta de unidad? O dicho de otro modo, ¿en qué medios suele apoyarse el diablo para sembrar la discordia y la división?

1.- Uno de los factores principales suele ser el afán de protagonismo. Con frecuencia ocurre aquello de «Mucho gallo para poco gallinero»... Y haciendo un análisis más profundo de este fenómeno, no debiéramos de perder de vista la reflexión del Papa Francisco: «A veces solemos preferir ser generales de los ejércitos derrotados, a ser un simple soldado de un escuadrón que, aunque diezmado, sigue luchando».

2.- La existencia en ocasiones de particularismos miopes, faltos de altura de miras, es también otro factor importante. La acción social de los católicos en la vida pública requiere unirse en lo esencial, renunciando a cuestiones secundarias. Hay que distinguir claramente entre los principios de la Doctrina Social Católica –que deben ser patrimonio común a todos los católicos– y las ideologías y sensibilidades particulares.

3.- De forma complementaria a lo anterior, la unidad requiere el reconocimiento y el respeto a los diversos carismas aprobados por la Iglesia Católica. Compruebo que en este terreno hemos avanzado mucho, frente a las rencillas de otros momentos, gracias en gran medida a los encuentros entre los diversos carismas promovidos en el pontificado de San Juan Pablo II. Es importante consolidar este camino.

4.- Y también quiero señalar una dificultad añadida para la colaboración de los católicos que participan en iniciativas ciudadanas en la vida pública, cual es la integración de algunos de los líderes en organizaciones «secretas» (o de naturaleza reservada), lo cual está siendo en España motivo de desconfianza y de desmembración de muchos movimientos cívicos conformados mayoritariamente por católicos. Sin duda, se trata de un fenómeno muy minoritario, pero las dificultades que se originan por este motivo son muy importantes.

- Nos gustaría que nos contase algo más sobre este último aspecto…- Me estoy refiriendo a alguna asociación, cuya naturaleza «reservada» no tiene fácil justificación en nuestro contexto social. Por desgracia, en los últimos años, hemos sido testigos, una y otra vez, de cómo se han roto o se han debilitado muchas iniciativas cívicas, ante la sospecha de la participación de miembros de estas asociaciones. (El caso más notorio fue la disolución de la plataforma de familias objetoras contra la Educación para la Ciudadanía, hace ya más de seis años).

En la práctica, la confianza necesaria para colaborar en una iniciativa social queda minada ante las sospechas derivadas de la pertenencia de algunos compañeros de camino a una asociación de carácter reservado.

- ¿Y qué solución puede haber para este problema?- El problema se solucionaría, ciertamente, si estos católicos en entredicho conformasen una asociación canónica, de forma que la Iglesia Católica pudiese llevar a cabo el debido discernimiento y acompañamiento. La trasparencia y la eclesialidad son indispensables. El momento histórico que vivimos requiere de una generosidad especial por parte de todos, y confío en que este paso llegue a darse, de forma que se pongan las bases para desbloquear conflictos y superar desconfianzas.

Obviamente, el problema no se soluciona con un mero cambio de una estructura asociativa (por muy importante que sea), sino que es necesario que después de las tensiones vividas, los interesados se abran a una nueva oportunidad. Me parece importante subrayar la necesidad de la humildad y de la misericordia, para superar los errores del pasado.

- Y para acabar, ¿quiere añadir alguna última reflexión?
- La meta que perseguimos es tan sublime, que no debemos escatimar esfuerzos, ni los pastores ni los laicos. Con respecto a los primeros, dice el Concilio Vaticano II que es tarea de los pastores «que los laicos coordinen sus esfuerzos para sanear las estructuras y los ambientes del mundo que incitan al pecado» (LG 36c).

Con respecto a los laicos, el mismo Concilio Vaticano II afirma en su Decreto sobre el Apostolado de los Laicos, «Apostolican Actuositatem»: «Es preciso que los laicos acepten como obligación propia el instaurar el orden temporal y el actuar directamente y de forma concreta en dicho orden, dirigidos por la luz del Evangelio y la mente de la Iglesia y movidos por la caridad cristiana; el cooperar, como conciudadanos que son de los demás, con su específica pericia y propia responsabilidad, y el buscar en todas partes y en todo la justicia del Reino de Dios. Hay que instaurar el orden temporal de tal forma que, salvando íntegramente sus propias leyes, se ajuste a los principios superiores de la vida cristiana y se mantenga adaptado a las variadas circunstancias de lugar, tiempo y nación» (AA 7).


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FIRMES EN LA FE (Himno oficial JMJ Madrid 2011)

UN SEGLAR DESCUBRE LA ORACIÓN (Abelardo de Armas Añón)

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Fuente: http://abelardodearmas.blogspot.com/